lunes, 3 de mayo de 2010

Primeros pasos

Además del viaje a la escuela de San Jerónimo del Sauce y de la incorporación de alumnos del Bachiller del Colegio María Reina, el 2001 trajo cambios y reformas que posibilitaron la mejoría de muchos aspectos.


A principios de año el Proyecto Solidario se afilió a APAER (Asociación Civil de Padrinos de Alumnos y Escuelas Rurales), una organización no gubernamental que se encarga de regular el padrinazgo de colegios del interior del país que cuentan con dificultades presupuestarias que le impiden otorgarles a sus alumnos una educación adecuada. Al poco tiempo, esta entidad le concedió al Proyecto Solidario dos escuelas, una ubicada en Santa Fe y otra situada en la provincia de Corrientes.


Al año siguiente, Ana María Giuliodori y Héctor Gómez, ambos profesores del instituto bonaerense, realizaron el primer viaje a los establecimientos del interior, con el objetivo de conocer las diferentes realidades y hacer entrega de numerosos materiales.


El 23 de mayo de 2002 llegaron a la Escuela Nº 1154 “Estados Federales de Brasil”, localizada en Colonia Yatay, departamento de San Javier, en la provincia de Santa Fe. Luego del encuentro con alumnos, directivos y profesores, los padrinos realizaron la donación de alimentos, remedios, artículos de limpieza y material didáctico. La realidad mostraba a un edificio de más de 35 años con diversas falencias, pero con la posibilidad de brindarles a sus alumnos un almuerzo y un desayuno o una merienda apropiados, dependiendo el turno en el que asistían. A su vez, la directora les entregó a los profesores bonaerenses una lista con las necesidades, que se resumían en utensilios de cocina y materiales como libros, mapas, útiles, entre otras cosas.


Al otro día, partieron hacia la escuela “Colonia La Elisa”, actualmente llamada “Pedro Alcántara Díaz Colodrero”, ubicada en el departamento de San Roque, en Corrientes, para reunirse con las autoridades y los estudiantes. Allí se toparon con una situación totalmente opuesta a la anterior. El edificio se encontraba en muy buen estado, pero los chicos recibían un desayuno y un almuerzo muy escasos. Además, este establecimiento mantiene hasta la actualidad un número de internos, alumnos que durante la semana permanecen en el colegio y que se encargan de cuidar la huerta, que les brinda comida, aunque no la suficiente, para ellos o para vender en el pueblo.

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