sábado, 30 de octubre de 2010

Otro sábado juntos

Hoy a las nueve de la mañana comenzamos una nueva jornada de trabajo. Las condiciones climáticas no eran las mejores, pero a pesar de eso nos acercamos una vez más a las instalaciones del Instituto María Reina de Remedios de Escalada para colaborar con el Proyecto Solidario de padrinazgo de escuelas rurales.


Rápidamente, el trabajo, la alegría y las bromas se apoderaron del centro de la escena, cada vez con más personas involucradas. El reciclado de materiales plásticos, papeles, diarios, revistas y cartones se alternaba con momentos de algarabía. Las etiquetas del censo realizado algunos días atrás adornaban las vestimentas y también los rostros de jóvenes y adultos. El clima que se vivía era espectacular, y no solamente por los rayos de sol matinal que comenzaban a asomarse por el horizonte.


Luego del trabajo, fue el tiempo del descanso y la charla. Una ronda de más de treinta voluntarios se organizó y en la voz de los adultos se empezaron a escuchar las últimas noticias, como así también los defectos para mejorar y las virtudes para destacar del accionar del grupo. Tras algunos minutos de charla, nos trasladamos hacia otro edificio del Colegio María Reina donde compartiríamos algunas fotos y videos.


En primer lugar, fue el turno de la presentación que resume los instantes más importantes de la visita que los alumnos y maestras de la escuela de Santa Fe realizaron a Buenos Aires. Allí fue cuando aparecieron las primeras lágrimas de quienes tuvieron la oportunidad de vivir esa experiencia con los chicos santafesinos. Más tarde, las imágenes se trasladaron de provincia. Los viajes a las dos instituciones apadrinadas de Entre Ríos, del que participaron dos profesores integrantes del Proyecto Solidario, y al colegio de Corrientes, del que fueron parte además doce alumnos voluntarios, se proyectaban en una pantalla gigante. Los recuerdos todavía estaban frescos en la memoria de cada uno y las anécdotas no tardaban en salir a la luz.


Pasada la una de la tarde, nos dirigimos rumbo a nuestras casas, con la alegría de haber compartido otra mañana juntos, ayudando a quienes más lo necesitan.

jueves, 7 de octubre de 2010

Una vivencia inexplicable

Hace algo más de un año, Eric De Titta, egresado del Instituto María Reina de Remedios de Escalada e integrante del Proyecto Solidario de padrinazgo de escuelas rurales, luego de viajar a Corrientes y conocer a los chicos y la realidad en la que viven, sostuvo que “es una experiencia única, que hace falta vivirla para poder entender lo que representa”. Tiempo después, esta frase se revalida con la visita de los alumnos y maestros de la escuela Nº 1154 de Colonia Yatay, departamento de San Javier, provincia de Santa Fe.

Otra vez, la experiencia fue única para ambos lados. Por una parte, la mayoría de los viajantes nunca había conocido Capital Federal y Gran Buenos Aires. Y por otra parte, nosotros nunca habíamos tenido la oportunidad de recibirlos, de ser anfitriones, y de devolverle aunque sea algo de todo lo que ellos nos brindan cuando el viaje es en la dirección inversa.


Lograr que vinieran no fue tarea fácil. Fueron muchas las charlas en las que los profesores bonaerenses trataron de convencer a la directora y a los docentes santafesinos de que viniesen y comprobasen con sus propios ojos que la inseguridad, los asesinatos y la falta de respeto hacia el prójimo que los medios de comunicación nos muestran a diario sólo representan una pequeña porción de la realidad que se vive en la gran ciudad. Sin superar totalmente ese temor y tras numerosos trámites, la realización del viaje se confirmó.


Luego de esta confirmación, comenzaron los preparativos. La comida, las instalaciones donde dormir y las excursiones a realizar ocupaban la agenda de los jóvenes y los adultos del Proyecto Solidario. La fecha pautada se acercaba y la ansiedad y la expectativa eran cada vez mayores.


Y finalmente ese día llegó. La mañana del jueves 30 de octubre los chicos de Santa Fe pisaron las instalaciones del Instituto María Reina. Las reacciones fueron distintas. Lágrimas, de alegría en muchos casos, de un lado, y timidez ante lo desconocido del otro. Tras la presentación ante todo el alumnado y las autoridades del colegio bonaerense, los chicos santafesinos empezaron a entrar en confianza y a soltarse, con la ayuda de sus padrinos, con quienes compartieron el desayuno y la proyección de una presentación con fotos y videos que mostraban los viajes realizados a lo largo de los años.

Traslado en subte, visita a la cancha de Boca Juniors, almuerzo en el Parque Las Heras, juegos en el Alto Palermo, recorrido por el zoológico, paseo por Aeroparque y Costanera, participación en un programa de radio y caminata por Plaza de Mayo, Casa Rosada, Catedral Metropolitana y calle Florida fueron las actividades y los lugares que hicieron y conocieron durante los tres días de estadía en Buenos Aires. Ver cosas que solamente habían podido observar a través de un televisor les provocó una enorme sorpresa, aunque la alegría no la perdieron en ningún momento. Por las noches, se dedicaron a descansar y a recuperar energías.


Pero la noche del sábado fue diferente. Aproximadamente 50 padrinos, entre egresados y alumnos, se acercaron a pasar con ellos las últimas horas antes de su regreso. Compartieron juegos, cena y fogón, entre sonrisas, abrazos y besos.


El domingo por la mañana llegó el momento de la despedida, ese momento que todos queríamos evitar pero que sabíamos que era inevitable. El llanto se adueño de la escena, con sensaciones encontradas de tristeza por la partida y de alegría por la visita. El micro aceleró y los corazones parecieron frenarse por algunos instantes. Después de las descargas emocionales, todo se fue encaminando a su curso normal.

En alrededor de nueve años de historia, el Proyecto Solidario nunca había recibido a chicos de uno de los colegios apadrinados. El objetivo se cumplió con creces, gracias a la colaboración de padres, alumnos y profesores que ayudaron en gran medida.


Concluyendo con las últimas tareas, en una charla bajo el incipiente sol dominguero, coincidimos en que los ahijados son como las estrellas: aunque no los veamos sabemos que están y cuando los vemos disfrutamos de ellos y nos dan una alegría.