lunes, 22 de noviembre de 2010

Un nuevo horizonte

El desafío es grande, ambicioso. El temor de no poder cumplir con las expectativas comenzó a crecer con más fuerza entre los jóvenes, pero terminaron entendiendo la situación y dando el visto bueno. La idea de incorporar una nueva escuela al sistema de padrinazgo que hace ya mucho tiempo lleva a cabo el Proyecto Solidario del Instituto María Reina de Remedios de Escalada generó una inicial respuesta negativa entre quienes participan, aunque esta postura original cambió rotundamente.


Todo comenzó hace alrededor de un mes atrás, con una charla que parecía ser una más. Pero no fue así. Adriana Mattelig, una ya jubilada profesora que sigue colaborando, comenzó por comentarle a Daniela Ayala, una egresada de la institución bonaerense que continúa ayudando, todo lo que se estaba logrando gracias al aporte de infinidad de personas. Tras observar la gran cantidad de zapatillas, libros y ropa provenientes de variadas donaciones que se acumulaban sin ningún destino en un depósito la ex docente sugirió añadir un nuevo colegio de nivel secundario. Tras reflexionar por algunos segundos, la ex alumna le comentó que a poco menos de 20 kilómetros de la escuela primaria Nº 1154 de la provincia de Santa Fe apadrinada hace más de ocho años había otro establecimiento educativo donde los chicos santafesinos recurrían para terminar sus estudios secundarios.


Fue así como empezó a realizarse el contacto con la directora, quien accedió con gusto a recibir el padrinazgo, y a tramitarse todos los papeles correspondientes. Luego de llamadas telefónicas y correos electrónicos varios, la escuela Nº 534 de Colonia California, departamento de San Javier, provincia de Santa Fe, se transformó en el sexto colegio rural apadrinado por el Proyecto Solidario. Creado en 2009, con la asistencia de 93 estudiantes y con un vivero forestal a cargo de un ingeniero agrónomo que también dicta clases, en 2011 saldrá la primera promoción de egresados.



Previo a esto, los alumnos que prestan su tiempo y sus ganas en beneficio del prójimo fueron consultados en una de las rondas que se organizan los sábados para discutir y consensuar diversos temas después de algunas horas de trabajo voluntario. Ante la noticia, las caras de sorpresa se multiplicaron. Y las palabras de desacuerdo no tardaron en aparecer. Los jóvenes pusieron de manifiesto que pensaban que no se iba a lograr cubrir las necesidades de cada uno de los establecimientos. Pero los docentes les comentaron que las bibliotecas estaban repletas, que cada uno de los chicos poseía al menos un par de zapatillas, un juguete y ropa para usar, que se habían enviado a lo largo del año numerosos elementos de cocina, materiales didácticos, alimentos y computadoras, entre otros. Con esta realidad, aunque con otras carencias por subsanar, los adolescentes tomaron real dimensión de lo hecho hasta el momento y aceptaron el nuevo reto, convencidos de que con esfuerzo y dedicación es posible ampliar la ayuda.


Un nuevo colegio se ha sumado. Un nuevo camino plagado de dificultades se ha comenzado a andar. Un nuevo horizonte es hacia donde hay que mirar.

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